Hoy me he levantado italiano y musical, así que decidí preparar un risotto para comer. En mi opinión es más sencillo de hacer que la paella, ya que vas agregando caldo constantemente, según te lo pida el arroz, pero también es más trabajoso.
Ingredientes (para dos personas):
- Dos tacitas de arroz
- 250 gr de setas
- 250 gr de gambas
- Media cebolla
- Un diente de ajo
- Un trozo de calabacín
- Un trozo de queso (el original italiano es con parmesano, pero yo suelo utilizar un queso curado o semicurado que se ralle bien)
- Un vaso de vino blanco
- Ocho tacitas de caldo o agua
- Una cucharada de mantequilla
- Sal, pimienta blanca y aceite
Elaboración:
El ingrediente más importante de este plato son las setas, que aportarán al risotto su aroma característico. Por eso no es lo mismo prepararlo con champiñones que con boletus. Podéis prepararlo con setas frescas, congeladas o deshidratada. Lógicamente es mejor prepararlo con setas frescas, pero, quitando las setas de cardo, son más difíciles de encontrar. Encontrar setas deshidratadas es bastante fácil en los supermercados, pero a mí no terminan de convencer. Mis preferidas son las setas congeladas. Durante un tiempo vendieron en el Hipercor unos boletus congelados exquisitos, pero, lamentablemente, ya no los encuentro. Desde entonces estoy probando, a ver si encuentro algunas setas que me convenzan tanto como aquellas.
Para preparar este plato, en primer lugar ponemos el caldo a calentar. No tiene que hervir, solo tenemos que conservarlo caliente para cuando lo vayamos añadiendo al arroz. Cortamos en trocitos pequeños la cebolla, el ajo y el calabacín. En una sartén ponemos a calentar una cucharada de mantequilla. Dejamos que se derrita y, si no cubre bien todo el fondo del recipiente, añadimos un poco de aceite. Rehogamos la cebolla, el ajo y el calabacín. Cuando la cebolla empiece a dorarse, añadimos las setas. Un poco después echamos las gambas. Cuando las setas y las gambas estén hechas añadimos el arroz. Lo mezclamos todo y añadimos el vino blanco y un poco de caldo. Salpimentamos. Y ahora viene la principal diferencia del risotto con los arroces típicos de España: cogemos una cuchara de palo y removemos para que el arroz suelte su almidón y la mezcla se ligue. Seguimos removiendo frecuentemente y, si el arroz se queda sin líquido, añadimos un poco más de caldo. Mientras tanto vamos rallando el queso. Continuamos así hasta que el arroz esté prácticamente hecho, entonces echamos el queso y lo mezclamos bien con el arroz. Apartamos la sartén del fuego, la tapamos y la dejamos reposar cinco minutos. Cuando vayamos a servir, volvemos a mezclar un poco y tendremos un risotto al que no le haría ascos ni el mismísimo Franco Napiato.